Article publicat a SinPermiso (12-VI-2016)
Las Islas Baleares (Mallorca, Ibiza, Menorca y Formentera) soportan, probablemente, una de las mayores presiones turísticas del mundo. Por ejemplo, hace unos días Diario de Mallorca informaba que Mallorca padece la mayor saturación hotelera del mundo con ¡306 plazas hoteleras por cada mil habitantes!, a lo que hay que añadir una brutal presión de oferta turística extra hotelera (casas y apartamentos turísticos legales e ilegales). Aunque cada una de las islas tiene sus propias peculiaridades en cuanto a su turistización se refiere, son más los rasgos comunes de esta grandiosa industria turística. Uno de estos rasgos comunes es su carácter estacional. Esta estacionalidad se puede medir con muchos indicadores, pero, para no alargarme en este asunto, citaré solamente dos: 1.- El Índice de Presión Humana (IPH)[i], es decir, el número de personas sobre el territorio balear, que en 2015 osciló entre un valor mínimo de 1.093.246 el 4 de enero, y un máximo de 2.010.520 el 10 de agosto. 2.- El Índice de Estacionalidad Laboral (IEL)[ii], que el año pasado fue, por lo que se refiere al total de la ocupación, el 42,7% y el 215,8% en la ocupación estrictamente turística.[iii] (En el conjunto del Reino de España, estos IEL son el 3,6% y el 23,2% respectivamente).
El caso es que en los meses de verano es cuando en las Islas Baleares el capitalismo turístico “funciona a todo trapo”. Es pues en esta época del año donde el conflicto capital-trabajo se produce con mayor crudeza. Es decir, aunque no exclusivamente[iv], los abusos empresariales, y los casos de auténtica explotación laboral, son fenómenos tan veraniegos como el ir a la playa quien pueda, guste y quepa en las masificadas playas, o en las calas colonizadas por embarcaciones de lujo. En este contexto, sorprendió gratamente que el verano pasado el Gobierno Autonómico pusiera en marcha un Plan de Lucha contra la Explotación Laboral. Más que por su potencia y resultados, lo relevante fue que se nombraran las cosas por su nombre, que se utilizaran las palabras correctas, y no eufemismos para ocultar que, en palabras de Juan Carlos Monedero, “sigue siendo cierto que la explotación es todavía el elemento esencial de la dominación capitalista…”[v] ¿Acaso se pueden definir de otra manera las historias que las camareras de pisos describen en el libro “Las que limpian los Hoteles”[vi] de Ernest Cañada? ¿Se puede definir de otra manera que no sea explotación laboral, la contratación de hombres y mujeres para, pongamos por caso, trabajar y cobrar 2 horas al día, pero que, en realidad, realizan jornadas laborales muy superiores a las ocho horas diarias? Y ¿Cómo definimos las condiciones de trabajo en las que, día a día, se enferma o no se tiene ninguna protección para evitar accidentes?
Parecía sensato pensar que el Gobierno Autonómico de las Islas Baleares (PSOE+MÉS con apoyo parlamentario de PODEMOS) había asumido que, de la precariedad laboral propiciada por la penúltima Reforma Laboral (la del PSOE), con la última de las reformas laborales (la del PP), se había transitado a una situación de “explotación laboral”. El verano pasado pensé que -¡por fin!- un gobierno autonómico había asumido que es posible, con Ulrich Beck, pasar de la situación de riesgo social que provocan las relaciones laborales “desregularizadas” y “flexibilizadas”, a una en la que “el contrato laboral es… un contrato de sometimiento”[vii].
Pero la lucha gubernamental contra la explotación laboral en Baleares ha sido –al menos en su reconocimiento explícito- tan efímera como efímera es la capacidad de resistencia a los poderosos que el verano pasado clamaron contra la denominación de la campaña. Argumentaron que los casos de explotación laboral eran casos aislados. Este balbuceo argumental era provocado porque los poderosos son conscientes de que, en el marco legal actual, la no explotación laboral es cuestión tan voluntaria como la Responsabilidad Social Corporativa. Precisamente, estos días los sindicatos y los propios afectados han denunciado las condiciones de trabajo en el servicio de handling (el personal que carga y descarga las maletas de los aviones) del aeropuerto Son Sant Joan de Palma que, para ganar un salario que les aproxime a privilegiada condición de mileuristas, tienen acumular hasta tres contratos con distintas subcontratas de la privatizada AENA. Para poder responder a la combinación de turnos que impone la frenética actividad aeroportuaria, y para ahorrar en gastos de gasolina de difícil asunción con tan escuálido salario, algunos de estos trabajadores tienen que dormir la mayor parte de los días de la semana en el aparcamiento asignado al personal del aeropuerto. El capitalismo turístico en la punta estacional “funciona a todo trapo”, y, claro está, los explotados tienen que despedirse temporalmente de sus familias y cambiar su hogar como lugar de descanso y relación familiar, por el mínimo descanso en la soledad del asiento del modesto coche que necesitan para llegar a su puesto de trabajo. Aunque esta forma de trabajar sea, como se ha encargado de proclamar la propia empresa subcontratista, perfectamente legal -de hecho, el Consejero balear de Trabajo, únicamente ha podido ofrecerse de mediador y sugerir a AENA que incorpore “clausulas sociales” a la hora de subcontratar (sic)- no puede ser calificada como trabajo decente (trabajar en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana). Más bien lo contrario, son casos de clarísima explotación laboral.
Lamentablemente, las presiones de los poderosos han conseguido que este verano el compromiso del gobierno autonómico se descafeíne, al menos en su denominación, presentándose ahora como “Plan de lucha contra la precariedad en el trabajo”. Además de incumplirse el pacto de gobierno suscrito por PSOE, PODEMOS y MÉS, que compromete al gobierno de Balares a un “Pla de xoc contra l’explotació laboral” (Plan de choque contra la explotación laboral), lo sustancial es que: ¿Acaso el modelo laboral y social actual no es la precariedad? El cambio de denominación no es, por tanto, cosa de poca importancia. Se empieza cambiando “explotación” por “precariedad”, y se acaba llamando, por ejemplo, “rescate” al saqueo que se sigue practicando en Grecia, o “competitividad” al vaciamiento de la democracia de verdad.
Por otra parte, hay que advertir que una cosa es la explotación laboral que lleva asociada la comisión de algún delito, y otra bien distinta la precariedad laboral que, como ya se ha dicho, es consustancial con el actual marco de relaciones laborales y de protección social. Dígase claramente que cualquier plan de lucha contra la precariedad laboral debería tomar en consideración, al menos, que “los mercados laborales de los países industrializados deben reformarse con vistas a hacerlos menos flexibles, no más”[viii]; que hace falta un cambio de modelo económico -en el caso de las Islas Balares, un cambio de modelo turístico- en el que no quepa el modelo caribeño de negocio (según el diario local Ara Balears, un directivo de Melià Hotels Internacional confirmó hace unas pocas semanas que “la inversión de un hotel en el Caribe se recupera a los cinco años”[ix]); y que es imprescindible que se refuerce el poder sindical en el seno de las empresas.
Y, mientras tanto, los casos de explotación laboral realmente existentes siguen salpicando la realidad social de las Islas Baleares: Un día nos enteramos que se precintan locales en la zona turística de Magaluf por delitos contra los derechos de los trabajadores; otro salta la noticia de que en Palma y alrededores siguen las prácticas de explotación laboral; y así, suma y sigue. Una verdadera política orientada a acabar con la explotación laboral es cosa harto compleja en la actual fase de turbocapitalismo, pero algo se puede hacer. Por ejemplo, debería concretarse la forma y los medios para la implementación de los “Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos de la ONU”, una obligación en la que el Reino de España no ha estado ni se le espera.
En cualquier caso, lo sustancial es que la izquierda de verdad, a diferencia de la derecha -incluido el PSOE- que puede limitarse a gestionar el statu quo neoliberal, debería tener muy presente que no será nada si no tiene un proyecto, un proyecto en el que no puede faltar la erradicación de raíz de cualquier forma de explotación laboral. Por eso me indigna tanto que esta izquierda, cuando gobierna –o apoya a los gobiernos desde instancias parlamentarias-, siga siendo tan políticamente miedosa e intelectualmente perezosa a la hora de defender, al menos en el terreno de las ideas, la Renta Básica que, entre otras cosas, operaria como un potente y muy eficaz instrumento anti explotación laboral. La libertad que da a los individuos el tener garantizado el derecho a la existencia material es bastante más eficaz contra las relaciones laborales próximas a la esclavitud. Esto es una verdad universal, y, por tanto, también lo es en el supuesto paraíso turístico de las Islas Baleares. Un paraíso en el que estacionalmente se producen milagros como el de la multiplicación del número de turistas y de los beneficios empresariales, pero en el que el de la desaparición de la explotación laboral, de momento, no se ha producido.
[i] Información completa aquí: http://ibestat.caib.es/ibfiles/content/files/noticias/2015/IPH_anual_15e.pdf
[ii] Calculado como el porcentaje de variación de las cifras medianas de afiliaciones a la Seguridad Social en el mes de agosto (el mes del año en que se registra más ocupación), respecto del mes de enero (en que la ocupación es la mínima del año).
[iii] Personas afiliadas de alta a la Seguridad Social en Hostelería y Agencias de Viajes según datos del Instituto de Estudios Turísticos del Ministerio de Industria, Energía y Turismo.
[iv] En la medida que alguno lugares se desestacionalizan, se desestacionalizan también los casos de explotación laboral. Ver el caso de la ciudad de Palma: http://www.sinpermiso.info/textos/renta-basica-versus-turistizacion-y-mafia-laboral-a-proposito-del-caso-de-la-ciudad-de-palma-en-la
[v] “El gobierno de las palabras”. Juan Carlos Monedero. Fondo de Cultura Económica (2009). Página 243
[vi] Información obre este imprescindible libro aquí:http://www.icariaeditorial.com/libros.php?id=1560
[vii] “Un nuevo mundo feliz. La precariedad del trabajo en la era de la globalización” Ulrich Beck. Paidós (2000) Página 177
[viii] “¡Actúen ya! Un manifiesto global para recuperar nuestras economías y salir de la crisis”. H. Flassbeck, P. Davison, J.K. Galbraith, R. Koo y J.Ghosh. Deusto (2013). Página 164
[ix] Ver información completa en este enlace:http://www.arabalears.cat/balears/directiu-Melia-inversio-Carib-recupera_0_1575442646.html
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