En la ciudad de Palma -la
capital de la comunidad autónoma de las Islas Baleares- este 10 de diciembre de
2019 se vivió de forma un tanto peculiar el Día de los Derechos Humanos.
Mientras las instituciones hacían actos institucionales llenos de retórica, un
grupo de activistas de la Plataforma STOP Desahucios, se concentraba frente el
número 3 de la calle Parc, cerca del barrio palmesano de Santa Catalina, que es
una de las zonas que sufrió tempranamente la gentrificación por la llegada de
vecinos del norte de Europa y convirtieron la vivienda en pura especulación, y
el derecho a ella en una quimera para las personas no muy ricas. El lugar de la
concentración de los y las activistas no está lejos del barrio de Son
Espanyolet, donde el movimiento vecinal está en pie de guerra contra la
invasión del turismo vacacional que los quiere gentrificar.
En la proximidad de estos dos
escenarios de luchas, más o menos explicitas, por el Derecho a la Ciudad, y
mientras en los solemnes salones institucionales se hacían discursos (quizás
alguien citó retóricamente el artículo 25 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos (DUDH), que afirma que “toda persona tiene derecho a un nivel
de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el
bienestar, y, en especial, la alimentación, el vestido, la vivienda, la
asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a
los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros
casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias
independientes de su voluntad”), se iba concentrando gente con el objetivo de
impedir el desahucio de una familia que acumulaba una deuda de 2.500 euros por
varias mensualidades de alquiler. El goteo de desahucios es, en la actual fase
de negación del derecho a una vivienda digna, muy mayoritariamente por el
encarecimiento especulativo de los alquileres, en un contexto en el que las
Reformas Laborales de 2010 y 2012 impiden que los salarios ganen capacidad
adquisitiva.
Supongo que la burocracia del
aparato de justicia no atiende a conmemoraciones como la del Día de los
Derechos Humanos, pero la coincidencia con uno de los desahucios más crueles de
los que últimamente se han producido en Palma no deja de ser una buena ocasión
para insistir en la imposible convivencia de neoliberalismo y derechos humanos,
que Julie Wark explica en su “Manifiesto
de derechos humanos”. Un texto que, por cierto, conviene releer tanto en
tanto.
El caso es que, en torno a este
levantamiento se pueden hacer varias reflexiones interesantes, que van más allá
del caso concreto. Pero, primero, contextualicemos en caso: Oscar Kacper Szczesniak
Kalinowski (Palma, 2002) es un joven que se mueve en silla de ruedas, y que,
con solo 17 años, ha sido operado 26 veces como consecuencia de la docena de
enfermedades crónicas que padece. Todo ello no le impide tener, al menos en
apariencia, una energía resistente envidiable. Lo demostró protestando contra
el anunciado desahucio frente el Parlamento de las Islas Baleares, en el Pleno
del Ayuntamiento de Palma, u organizando una huelga estudiantil en el colegio
concertado Virgen del Carmen, donde cursa primero de bachillerato. Su padre
trabaja todas las horas que puede, y a su madre, desde hace años, no tiene tiempo
para dedicarlo a un empleo remunerado pues
tiene que estar pendiente de las necesidades, dado su estado de salud, de su
hijo Oscar. El contexto es pues: Un hogar con sustentador único (el padre) que
participa del llamado mercado de trabajo (con las precariedades que nos han
dejado las reformas neoliberales); un miembro adulto (la madre) imposibilitada
de participar en el sustento del hogar pues trabaja (sin retribución, claro
está) en las imprescindibles labores de cuidados que requiere la situación de
Oscar. El tercer miembro del hogar es, como ya se ha dicho, un joven con
discapacidad, con dificultades de movilidad y múltiples enfermedades ¡Las
dificultades para llegar a fin de mes son imaginables… pero, oficialmente, no
es un hogar pobre! E, insisto, la expulsión (la extracción propia del actual
capitalismo extractivista global y local) de la familia Kacper de la vivienda
en la que vivían desde hacía algo más de 14 años estaba más que anunciada, y
era conocida por las administraciones públicas.
Vayamos ahora a una media
docena de reflexiones que, a colación del caso concreto, dan pie al debate más
general:
I.- El peligro de “normalizar” el autoritarismo: La
delegación del gobierno (en funciones) del PSOE menosprecia cualquier cosa
parecida a mecanismos de mediación en las protestas anti desahucios, o en
cualquier otro ámbito de protesta que cuestione
el establishment “neoliberal conservador” o “neoliberal progre”, como por ejemplo el de la anti masificación
turística. Por parte de la policía se práctica una desproporcionada
contundencia ante la resistencia y desobediencia pacífica ¿Alguien dará explicaciones
por las contusiones que sufrió Oscar en el desahucio del día de los Derechos
Humanos? Es más, el portavoz de Stop Desahucios es detenido, y puesto en
libertad, después de muchas horas y con cargos. La aplicación de la “Ley
Mordaza” en manos progresistas no es muy diferente a la que hacían sus mentores
del PP. Suma y sigue: La dirección del colegio de Oscar boicotea la huelga
estudiantil prevista para el día del desahucio, sin que, de momento, se sepa
que la administración educativa haya abierto expediente para averiguar si se
conculcaron derechos fundamentales de los chavales y las chavalas ¡El de huelga
de solidaridad, en defensa del derecho a la vivienda, y de unas condiciones
óptimas de estudio para Oscar, sin duda lo son!
II.- El fracaso de los “subsidios” (monetarios, en especies, o en
servicios) condicionados: Las administraciones de las Islas Balares (autonómica,
insulares y locales) no dejan pasar ocasión para enorgullecerse de, al menos,
dos realizaciones de los y las progresistas que gobiernan desde 2015: La puesta
en marcha de la Renta Social Garantizada (RESOGA) como gran -y casi única-
política contra la pobreza, y la aprobación de la primera Ley
de Vivienda de las Illes Balears. Pero la realidad es tozuda, y
el
fracaso de la RESOGA para la erradicación de la pobreza fue expresamente
reconocido por la “máxima autoridad autonómica” en materia de Servicios
Sociales. Por lo que hace referencia a la Ley de Vivienda, enunciados como el
reconocimiento del derecho subjetivo de la ciudadanía a una vivienda, o “el
derecho al acceso a la vivienda en situaciones de especial vulnerabilidad, y,
por lo tanto, la obligatoriedad de la Administración de garantizarlo”, devienen
en un sarcasmo cuando se confrontan con la geografía y contabilidad de los
desahucios, o cuando la administración –en este caso municipal- afirma que
"no ha constatado que la familia de Óscar esté en insolvencia
sostenida". Igual que en el caso de Carmen -la protagonista del relato de
Sara Mesa titulado “Silencio
administrativo. La pobreza en el laberinto burocrático”-, la
pobreza se confunde con el hambre.
III.- La estigmatización de las personas empobrecidas y/o con carencias
materiales: El caso que motiva estas líneas, ha hecho emerger la, más
o menos intensa, estigmatización de las clases más subalternas y necesitadas.
Detrás de la letanía de alguna persona con responsabilidades políticas en el
ámbito de los servicios sociales, consistente en alardear en los medios de
comunicación de propuestas que no pasaban por garantizar el mantenimiento del
hogar, y de pregonar, literalmente, que “a esta familia la hemos atendido desde
el año 2015”, subyace (intencionadamente o no) el mensaje de que las personas
empobrecidas no tienen por qué tener garantía de vivir vidas queridas, y, en
lugar de reconocer el fracaso del sistema, se lanza el mensaje de “si desde el
2015 les hemos atendido, ya está bien. Hasta aquí hemos llegado”. Cuidado con
los mensajes que, aunque sean involuntarios o construidos en función del
burocratismo, tengan la más mínima apariencia de aporofobia. ¡Hay demasiado
“vox” para que las voces no sean nítidamente anti aporofóbicas!
IV.- La pérdida de capacidad integradora del empleo remunerado: En
el caso concreto que nos ocupa –pero seguro que es generalizable-, ayudó mucho
a extender el mensaje de estigmatización-culpabilización el hecho de que en el
hogar desahuciado había miembros con empleo remunerado. No creo que sea una
casualidad. Más bien es una consecuencia de los reiterados mensajes sobre una
mejora sustancial del “mercado de trabajo”. A la situación del empleo remunerado
se le aplica la lógica de mercado, haciendo, dicho sea de paso, caso omiso a la
histórica Declaración de Filadelfia (1944) de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) en la que se estableció el principio según el cual “el trabajo no
es una mercancía”.
Esta lógica de mercado se
aplica exclusivamente con criterios cuantitativos. Incluso cuando se habla de
“trabajo de calidad”, se sigue la lógica mercantil de prestar atención
únicamente a la etiqueta. Así nos venden, por ejemplo, como empleos estables
los que responden a un contrato fijo, con bajísima protección frente al despido
arbitrario, contratos nuevos a jornada completa con una retribución salarial
inferior a los de tiempo parcial con mayor antigüedad en la empresa, etc.
Después de las Reformas Laborales del austericidio (la del PSOE en 2010, y la
del PP en 2012), y mientras no se deroguen y se reviertan sus efectos, lo
fundamental es evaluar si el trabajo remunerado mejora o no el grado de
integración social, es decir, si remite o no el fenómeno de la pobreza laboral.
La realidad –el caso de la familia de Oscar es un ejemplo evidente- es que en
la actualidad tener una ocupación remunerada no garantiza en absoluto dejar de
ser pobre.
V.- La no valorización de los trabajos de cuidados: Es
sabida la feminización de los trabajos de cuidados, y que, en este caso, no
aplica la lógica de mercado. Es decir, los trabajos esenciales para la vida de
la especie humana no tienen valor económico. Es sabido también que esto ocurre
por una construcción social basada en los valores y normas del patriarcado que,
entre otras cosas, establece una división discriminatoria del trabajo, que
recluye a las mujeres en el espacio de las tareas domésticas, y el servicio de
los demás miembros del hogar.
Si todo es sabido, ¿Qué hay en
este tema que lo asocie con el desahucio de los Szczesniak Kalinowski? Pues que
sospecho que Victoria Kalinonski -la madre de Oscar- suscribiría el manifiesto
“Recursos
y autonomía para todas: Un manifiesto feminista por la Renta Básica”,
recientemente hecho público, en el que se afirman cosas como esta: “Vivimos asfixiadas y con la angustia de no
llegar a todo, de que nuestras vidas no sean sostenibles. Del mismo modo que
tememos vernos expulsadas del mundo del empleo, y convertidas en cuidadoras sin
independencia económica, nos preocupa tener que descuidar a las personas que
queremos para entregar todo nuestro tiempo a un trabajo cada vez más precario.
Y no queremos, no debemos ser las únicas que cuidan, necesitamos liberar tiempo
para todos y todas, necesitamos las condiciones materiales para que nuestra
lucha por el reparto del trabajo de cuidados pueda avanzar. Sí, necesitamos
recursos, tenemos derecho a nuestro tiempo, no queremos más trabajo, queremos
una Renta Básica”.
VI.- La necesidad imperiosa de la Renta Básica (y de otros
derechos incondicionales) para socializar en contextos libres de fascismos.
Digámoslo sin tapujos: Políticas de izquierdas, o -para ser más precisos en la
denominación en la modernidad neoliberal- progresistas sin RB son algo parecido
a encargar la organización de una fiesta infantil al mismísimo Herodes, y
confiar en que todo acabe bien. Este es un delirante imaginario, que garantiza
un fin de fiesta nefasto. La cuestión es que no es menos delirante el
empecinamiento de no poner la RB en el centro del debate político, económico, y
social. No es pues inimaginable que, sin RB y con palos y desahucios contra
Derechos Humanos, no se provoque la extensión del, en palabras de Boaventura de
Sousa Santos, “fascismo social”, que, no se olvide, ya tiene más de medio
centenar de voces en el Congreso de los Diputados.
Publicat originalment
a SinPermiso (13-12-2019)