Les paraules més icòniques que va
pronunciar el Compañero Presidente
Salvador Allende aquell infaust 11 de setembre des del palau de La
Moneda i transmeses per Radi Magallanes són, sens dubte, les següents:
“El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse. Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no
será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que
castigará la felonía, la cobardía y la traición.”
Com és sabut pertanyen a la seva
última al·locució (just devien ser 9,30 h) al poble xilè.
No obstant això a mi sempre m'han
impressionat més unes paraules pertanyents al seu penúltim discurs al poble de
Xile. Eren les 8,45 hores de l'11 de setembre de 1973 quan Allende va informar
de la gravetat de la situació i va començar a acomiadar-se del seu poble:
"Compañeros que me escuchan: La situación es crítica, hacemos frente a un golpe de estado en que participan la mayoría de las Fuerzas Armadas. En esta hora aciaga quiero recordarles algunas de mis palabras dichas el año 1971, se las digo con calma, con absoluta tranquilidad, yo no tengo pasta de apóstol ni de mesías. No tengo condiciones de mártir, soy un luchador social que cumple una tarea que el pueblo me ha dado. Pero que lo entiendan aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer la voluntad mayoritaria de Chile; sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás. Que lo sepan, que lo oigan, que se lo graben profundamente: dejaré La Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera, defenderé esta revolución chilena y defenderé el Gobierno porque es el mandato que el pueblo me ha entregado. No tengo otra alternativa. Sólo acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el programa del pueblo. Si me asesinan, el pueblo seguirá su ruta, seguirá el camino con la diferencia quizás que las cosas serán mucho más duras, mucho más violentas, porque será una lección objetiva muy clara para las masas de que esta gente no se detiene ante nada.
Yo tenía contabilizada esta posibilidad, no la ofrezco ni la facilito. El proceso social no va a desaparecer porque desaparece un dirigente. Podrá demorarse, podrá prolongarse, pero a la postre no podrá detenerse.”
Si encara no ho han fet, no
deixin de llegir aquest llibre:
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